martes, 19 de febrero de 2008

Los prerrafaelitas II: John Everett Millais (1829-1896)

Comenzó a pintar con la temprana edad de cuatro años. A los siete, realizaba paisajes y retratos tan sumamente perfectos que convencieron a su padre para trasladar a la familia a Londres y permitir que su hijo estudiara allí y potenciara sus aptitudes. Con diez años ya frecuentaba las salas del British Museum y de La Academia d’art de Henry Sass. Su obra giró entorno a temas históricos ambientados, sobre todo, en su ansiada edad media italiana, a las escenas religiosas y a los retratos. En 1850, expuso su obra en la Royal Academy, la cual fue brutalmente juzgada por la crítica, a excepción de Ruskin, el único crítico que salió en su defensa. Una de las obras clave de Millais es Ophelia (1851-1852, Tate Gallery, Londres). La modelo que encarna a la infeliz hija de Polonio era una joven oficial, Elisabeth Siddal. Rossetti la vio mientras posaba en una tina de agua recalentada para el lienzo de Millais y se enamoró de ella. Los críticos quedaron conmovidos por el trágico sentido de desesperación de la figura de Ophellia y por la precisión de la botánica del cuadro.

Otra de las obras de Millais fue Lorenzo e Isabella (1848). Con clara ambientación medieval, fue su primera pintura firmada con las iniciales P. R. B., contraseña inicialmente secreta de los prerrafaelitas.Más tarde, en 1867, presentó a la Royal Academy tres pinturas representando a sus tres hijas. El lienzo con el título Dormida (1865, colección privada, abajo), fue el de mayor calidad. Representa a Carrie, la más pequeña de sus descendientes. La escena muestra a la pequeña dormida bajo la vigilancia de la niñera que anecdóticamente se encuentra cosiendo. Los entendidos han interpretado en clave alegórica la presencia de las flores en la mano de la niña. Las campanillas han sido vistas como símbolo de constancia y devoción, mientras que las prímulas podrían representar augurios de amor y felicidad, que el artista dirige a su querida hija. Podemos observar que la cinta roja en primer plano esta apenas esbozada, con pinceladas rápidas y veloces, pero con gran maestría. Por último, los críticos no pasaron por alto el contraste con el blanco marfil del cobertor, dibujado con gran precisión.

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