domingo, 23 de diciembre de 2007

El Arcángel San Miguel sacando a los ángeles rebeldes (Luca Giordano, 1666)


El derrumbamiento de los ángeles rebeldes es uno de los grandes temas de la contrarreforma eclesiástica, establecida a través del Concilio de Trento, pues sirve como modelo de la Iglesia militante de Cristo en su lucha contra las herejías (no hay que olvidar que la contrarreforma se basa en condenar las herejías y las nuevas religiones, como el protestantismo fundado por Martín Lutero).

Generalmente, se conoce como ángeles rebeldes a aquellos que siguieron a Lucifer en la sublevación contra Dios. Según las escrituras y la tradición de la Iglesia, estas criaturas eran originalmente ángeles buenos, que, al oponerse a Dios, se hicieron malos por voluntad propia y, con su maldad, arrastraron al hombre al pecado. La rebelión tuvo lugar en el momento de la creación, cuando las huestes angélicas se dividieron en dos ejércitos guiados por Lucifer y San Miguel. Esta escena está fuertemente ligada a la escena del Apocalipsis que describe la lucha de los ejércitos de Dios contra el dragón, que representa precisamente a Satanás.

Al mismo tiempo, el combate entre los ángeles es también el triunfo de la luz sobre la rebelión de las fuerzas de las tinieblas, lo que el pintor representa por medio de un claroscuro (tan típico en el barroco) cargado de simbolismo, en el que se oponen el cielo y el infierno, el incienso de los bienaventurados (que perfuma el culto eclesiástico) y el hedor de azufre de los condenados (recordando loa hornos del averno) y para que el ángel caballero despliegue sus amplias alas y luzca los grandes gestos de victoria de la Iglesia sobre los herejes.


Giordano ha plasmado este espectáculo con un número relativamente reducido de figuras (pensemos por ejemplo en laaída de los ángeles rebeldes de Rubens). Ante un fondo bañado de luz dorada, el arcángel se balancea, como si de un paso de ballet se tratase, sobre el fuerte pecho de Lucifer, hecho un ovillo con sus servidores. La imagen demoníaca presenta figuras humanas siguiendo con la tradición de rasgos propios de animales (orejas puntiagudas, cuernos, alas de murciélago). Si detallamos bien, notamos que sus rostros son más humanos y su anatomía esta demarcada al igual que sus cuerpos. Sus rostros son muy emotivos. Destacan las figuras de dibujo nítido que rompen el sfumato del fuego infernal.

Lo que a primera vista parece tan dramático, no es realmente la descripción de una lucha, ya que San miguel no golpea con la espada a las turbas satánicas, sino que mantiene elevada la espada como un emblema, como si su sola aparición fuera la que precipita a Satanás y su cortejo de la condenación.

Luca Giordano nació en Nápoles en 1634. Era hijo de un modesto pintor, pero trabajar con José Ribera marcará su vida, ya que gracias a este se convertirá en uno de los grandes artistas barrocos. Aunque la obra que aquí describimos se encuentra en el Kunsthistorisches Museum de Viena, existen mas de 20 lienzos suyos en El museo del Prado de Madrid y grandes frescos en el monasterio de San Lorenzo del Escorial.


No hay comentarios: