lunes, 31 de diciembre de 2007

Anunciación de Castello (Sandro Botticelli, 1489)


La Anunciación de Castello es un temple sobre tabla renacentista. Es una de las obras religiosas más importantes del último periodo de Botticelli. Fue encargada por Ser Francesco Guardi, miembro de la burguesía media en Florencia, para decorar la capilla funeraria familiar situada en la iglesia del convento florentino de Castello (actualmente, iglesia de Santa María de Pazzi).

La escena tiene lugar en una habitación sobria, de características clásicas, sin apenas mobiliario y muy estructurada en su arquitectura. Sus paredes de serena piedra gris contrastan con el rojo fortísimo de las baldas del suelo delimitadas por las gruesas juntas blancas que recuerdan a un enjalbiego. El pintor crea la brutal perspectiva de la obra con ellas y junto con la puerta enmarcada por un ancho dintel, cuyo fondo bien evoca un paisaje flamenco, el cual puede ser que el pintor conociese por las rutas comerciales entre Italia y Flandes. Esta magnífica búsqueda de la perspectiva hace que se pueda relacionar a Botticelli con Mantenga o Piero Della Francesca, quienes también perseguían perfeccionar dicha técnica para alejarse de los antiguos patrones góticos.

En la habitación descrita, encontramos a la Virgen María y el ángel Gabriel que anuncia su embarazo. Los agitados pliegues de la túnica del ángel, arrodillado a los pies de María, indican su reciente llegada, mientras que ella, erguida a la derecha, se inclina hacia él ligeramente contorsionada y alza sus manos un poco hacia Gabriel, no como si quisiera defenderse, sino dándole la bienvenida. Al mismo tiempo, se aprecia que el ángel tiene la intención de tocar a María para hacerle llegar el mensaje, pues alarga su mano hacia la Virgen, pero Botticelli detiene el tiempo con el fin de captar maravillosamente ese momento y capturar el movimiento de manos, que desean tocarse, pero que, simultáneamente, mantienen una tímida distancia.

La mano del ángel, alineada con el borde del dintel de la puerta, marca el espacio insalvable que existe entre ambas partes de la pintura, cada una reservada a sendas figuras, con una clara vertical que divide la imagen en dos. Ambos personajes tienen un sensacional aspecto escultórico reforzado por esos amplios paños que cubren sus cuerpos y que demuestran la calidad como dibujante del maestro.
Por último, la iconografía latente del temple es impecable. Por un lado, la llegada del ángel que porta el lirio blanco simboliza la pureza y virginidad de María. Por otro, según el evangelio de Lucas, el cuadro refleja el momento en el que el ángel llega y le dice a Maria “Salve! llena de gracia! Bendita tu entre todas las mujeres. El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios”. La virgen, que va a contestar al ángel medio dada la vuelta, se encontraba leyendo antes de su llegada, tal y como marcan lo protoevangelios apócrifos.

Bibliografía:

  • ARGAN, G.C.: Renacimiento y barroco. I. De Giotto a Leonardo da Vinci, Madrid, 1987
  • McCORQUODALE, Ch.: The Renaissance. European Painting 1400-1600, Londres, 1994

1 comentario:

Juan Diego Caballero dijo...

Hola, ENSEÑ-ARTE os devuelve la visita. Interesante aportación la de vuestro blog. Si no os molesta, me gustaría saber a qué os dedicáis.
Saludos cordiales
JDC